domingo, 24 de noviembre de 2013

El Banquete, o cómo saber si existe tu media naranja (Parte II)



En el Banquete, Platón presenta el amor a la sabiduría como la forma más elevada de amor, y a la filosofía como un producto de nuestros impulsos sexuales, que nos llevan a desear la sabiduría por encima del sexo. Es decir, nosotros no buscamos la sabiduría reprimiendo primero nuestros deseos sexuales y demás distracciones, sino más bien dándoles un enfoque diferente a ese deseo, y entrenándolos para alcanzar un propósito más importante. Platón presenta su diálogo en medio de un banquete (Hay que recordar que los banquetes fueron uno de los aspectos más importantes para la vida social ateniense de la época), y utiliza una discusión sobre el amor para recordarnos que la filosofía no está alejada de los ámbitos más cotidianos de la vida, sino todo lo contrario: La filosofía es la expresión más alta de los amores y deseos que nos motivan en las actividades cotidianas. Si pudiéramos ver las cosas con claridad, como Platón sugiere, veríamos que nuestra atracción por la gente hermosa, o por la buena música, o por las películas, sólo reflejan una atracción por la belleza misma; y es la filosofía es la vía más rápida para obtener aquello que deseamos.
Diotima describe el amor como la búsqueda de la belleza, en un ascenso gradual desde lo particular hasta lo general, culminando en una entendimiento de la forma misma de belleza. Incluso el alma más ignorante es atraida en un nivel u otro a la belleza. Pero sugiere que, lo que la mayoría de nosotros no se da cuenta, es que, por ejemplo, lo que nos atrae de una persona hermosa, no es la persona como tal, sino aquello que tiene que se parece a la idea de la belleza en sí. En otras palabras, no nos atrae la persona como tal, sino la belleza que encontramos en esa persona. 

Y si nuestro amor es lo suficientemente grande, no vamos a estar satisfechos con encontrar personas hermosas, sino que buscaremos la belleza también en otros lados, hasta que logremos encontrar la belleza en estado perfecto, la belleza por sí misma. Una vez que hayamos logrado comprender esta forma perfecta de belleza, habremos captado la verdad fundamental: La realidad que experimentamos es sólo un reflejo del mundo eterno, ideal e inmutable de las formas. Siendo así, la mejor forma de alcanzar la comprensión de las formas es mediante el amor a la belleza. 

La estructura del diálogo refleja la misma progresión que describe Diotima para alcanzar la idea de belleza, refinando y alcanzando cada vez más una buena generalización de las formas. Con cada discurso, el diálogo nos lleva un paso más cerca de comprender la verdadera naturaleza del amor. Fedro, nos da una definición muy simple del amor. Pausanias distingue entre las formas del amor bueno, y las formas de amor malo. Erixímaco amplía la definición para lograr dar a entender que el amor también se puede aplicar a otros campos. Aristófanes nos ofrece un relato ahora clásico de la necesidad de amar (de este relato surgió la frase "media naranja" para referirse a la persona complementaria), mientras que Agatón intenta utilizar el arte de la retórica para entender el amor. Sólo al conocer en primera instancia los pros y contras de estos discursos, podemos apreciar la importancia del discurso de Sócrates. También hay que señalar que Erixímaco, Aristófanes y Agatón son representantes de la medicina, la comedia y la tragedia, respectivamente. Los tres son indispensables para una vida sana y equilibrada. Al triunfar el discurso de Sócrates sobre estos tres, Platón da a entender que la filosofía es el elemento más importante para nuestro bienestar que cualquiera de estas otras disciplinas. 

El texto original en griego, contiene una serie de juegos de palabras intraducibles que mejoran nuestra comprensión de la relación entre el amor, el deseo y la filosofía. Como se dijo en esta entrada, la palabra griega "eros", traducida como "amor" también puede ser entendida en un sentido erótico, por lo que en griego se puede utilizar para referirse al deseo sexual. El deseo de sabiduría es un refinamiento más que una negación de nuestro deseo sexual. 

Para terminar, hay que recordar que aunque en el Banquete se refieren muchas veces a relaciones entre hombres mayores y hombres jóvenes, sería una mala interpretación el creer que sólo a éstos se les podría atribuír las características del amor que narra el diálogo. Las categorías para clasificar las preferencias sexuales de una persona son etiquetas contemporáneas que no pueden ser aplicadas de la misma forma a las circunstancias en las que se narra el Banquete. La mayor parte de la sociedad griega de la época no tenía en cuenta las preferencias sexuales como rasgos fundamentales en la personalidad de una persona. Por lo general, los hombres griegos se casaban con mujeres y tenían hijos (Sócrates, por ejemplo), otros se quedaban solos (Te estoy viendo a ti, Platón). Pero la sociedad griega se enfocaba más a las actividades con las que podían mostrar virtud y gloria, como el atletismo, la guerra o la política; aunque estas actividades eran principalmente para hombres, por lo que dos hombres podían compartir la gloria y la virtud que una mujer no podía. En consecuencia , las relaciones entre hombres eran a menudo, románticas; mientras que las relaciones entre hombres y mujeres eran vistas como púramente prácticas, por lo que se podía tener hijos y formar una familia. Ambos tipos de relación eran normales en la época.

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